miércoles, 21 de noviembre de 2007

Lo femenino no sólo se llama mujer

Lo femenino no es sinónimo de mujer; y mucho menos de feminismo. Es un concepto mucho más amplio, más abarcante y más universal, que se hunde en la identidad radical del varón y la mujer (Scott, 1995)

Lo femenino va implícito en el tema de la mujer, pero va también más allá de su dimensión sexuada. Lo femenino tiene múltiples expresiones y se llama por muchos nombres. Y su belleza seduce el rostro de tantas personas (hombres y mujeres) y vivencias humanas.

Lo femenino se llama acogida
Amar entrañablemente lo propio, "lo suyo", y abrazar lo ajeno también. Hacer volar los límites dictados por nuestros protagonismos, que violentan, para entrar en el diálogo e iniciar la escucha. Aquella actitud de quien se abre al otro y lo acoge.

Lo femenino se llama portador de vida
Es apostar por la vida en todas sus formas. Es dar a luz y hacer nacer, cuidar, desarrollar y defender la vida. Desmiente los discursos filosóficos que al "distinguir" entre hombre y persona incitan a matar a los seres humanos antes de nacer. El aborto no es una alternativa femenina; apagar la vida es un contrasentido. Lo femenino va más allá de la maternidad, apuntando a una mejor calidad de vida. A un crecimiento integrador que va desarrollando capacidades y dimensiones de las personas

Lo femenino se llama poesía
Con el sentido de la capacidad de asombro y la capacidad de grito. Lo femenino-poesía es canto y sueño. Es baile con sonido y color. Es la mirada contemplativa, abierta al misterio y sensible a los vivencial y lo cotidiano donde descubre un mundo de maravillas. La capacidad de interioridad que ahonda en lo humano y lo divino. Una palabra emocionada sobre Dios que se llama Teresa de Ávila y Juan de la Cruz; que tiene el rostro mapuche de la machi o chileno del cuasimodista.

Lo femenino se llama ternura
La ternura lúcida y fuerte, dinámica y eficaz de los que se arriesgan para hacer suyo un mundo mejor. Saben amar y mucho. Son reflejo de su bondad, de la ternura, son la caricia y el abrazo que consuelan y rehacen; la mirada cariñosa que hace volar un beso a quien lo necesita.

Lo femenino se llama humanización
Dios se humanizó, encarnó el Amor. Puso corazón en la humanidad y para hacerlo escogió lo débil. A la humanidad le falta corazón. Y como lo femenino sabe amar, a veces apasionadamente, a veces con cariño, pero siempre con corazón. Dios sigue humanizando la humanidad a través de tantos hombres y mujeres "humanos"; con tantos rostros, con tantos nombres.



Soy mujer, pero no soy feminista.
Nuestra femeneidad entendida desde la mutualidad con lo masculino que las mujeres llevamos dentro también, para que seamos más completas. Y a partir de la complementariedad con los varones como base de un diálogo fecundo para el presente y futuro.



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